Seguimos en América del Sur navegando hacia el norte. Este fin de semana recalamos en las costas de Ecuador, un país con paisajes muy diferentes: playas hermosas, la selva del Amazonas y las montañas de los Andes. En estas montañas hay una una ciudad que se llama Cuenca,como en España. Las mujeres de esta zona vestían faldas hechas a mano, sombreros de paja y sarapes o chals en los que llevaban a sus bebés. Los sombreros se doblan con tanta facilidad que entran por el aro de un anillo.
Durante estos días nos acercamos al volcán Quilotoa y nos asomamos a su cráter, a casi 4 mil metros de altura. Allí pudimos ver la laguna de aguas turquesas que ocupa el interior y le tuvimos que dar a aquellos que aseguran que se trata de uno de los lugares más bellos del mundo,
En Ecuador hay muchas culturas diferentes. La mayoría de los ecuatorianos proceden de diferentes pueblos indígenas como los quechuas, los huaoraníes, los achuar, los shuaras, los chachis, los cofán...
A casi 1000 kilómetros de Ecuador están las islas Galápagos, en pleno Océano Pacífico. Está formado por 13 islas cuyo nombre proviene de la cantidad de tortugas que en su día vivió en ellas. La singularidad de este rincón del mundo viene dada por muchas características. Una de ellas, la casi mínima presencia del ser humano en su territorio.
La biodiversidad del lugar es muy peculiar, la fauna salvaje es la dueña y señora del lugar y las iguanas, lobos marinos, tortugas gigantes o piqueros de patas azules –entre otras muchas especies- no se inmutan por la presencia de los viajeros que llegan hasta las Galápagos para disfrutar de esa convivencia. Mirando atrás en el tiempo, es fácil imaginar cómo debió sentirse el mismísimo Charles Darwin cuando llegó aquí en 1835.
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